Supongo que podría aventarme una reseña súper retórica,
llena de datos fílmicos, fechas y analogías que podrían o no leer. Pero mejor
no, porque lo que vi ayer en la pantalla de la sala Luis Buñuel de la Cineteca
Nacional, fue mucho más simple.
Algo sí es verdad: el título inmediatamente sugiere que podría tratarse de un thriller estilo Hitchcock –y de hecho así está catalogado-. Sin
embargo, no podría decir que el misterio es una de las virtudes de El extraño del lago. No creo que el título sea adecuado, incluso el poster
es revelador. ¿Qué hay de extraño ahí?
En la orilla de este lago no existe el enigma. Salvo por el
nombre de algunos personajes que realmente no importan, es muy evidente que
aquel lugar es un punto de reunión para los bañistas gays que no van
precisamente a presentarse y platicar sobre su cotidianidad y estilo de vida.
Hay que decirlo, van a coger como los animales que son, orgullosos de no tener
que involucrarse con su pareja; tienen one night stands y affairs en medio del bosque. Ni siquiera es
algo que esté permitido, pero quizá eso aumente la excitación a la hora de ir a
esconderse.
Pero Franck no es así. Él busca conocer a alguien,
específicamente, y despertar con él todos los días. Ese alguien es Michel, un
guapísimo nadador con cara de Freddie Mercury que enamoró a más de uno en este
lugar aparentemente muy pacífico. Un asesino, también.
Y todo sería verdaderamente un thriller si Franck fuera de
esas parejas ingenuas que ignoran que están vinculándose emocionalmente con un
criminal, pero no lo es. Resulta ser testigo de uno de los asesinatos que Michel
comete precisamente en el apartado lugar, siendo tal su enamoramiento, que
decidió fingir y voluntariamente involucrarse de todas las formas posibles con
el homicida. Ahí reside el verdadero meollo de todo el asunto.
Uno se hace preguntas, sí hay misterios pero no son
relevantes y por lo tanto, no guían la trama; uno cuestiona algo porque es
evidente, esta historia de amor construida sobre el pleno conocimiento de los
hechos previos: Franck sabía que Michel podía matarlo y aun así decidió
sucumbir ante la pasión y todo aquello que le provocaba el bigotón de ojos
verdes. Pudo haber cedido ante el bonachón Henri que, apartado del resto, se
prendó de él de una forma tierna y desinteresada; pero no lo hizo y la depresión
llevó al leñador por un camino muy complejo y oscuro.
Más que un thriller, yo diría que El extraño del lago es un
melodrama como tantos, que ilustra una peculiar forma de enamoramiento, un amor
fallido y uno no correspondido; y lo que la hace especial, son los detalles. El
misterio que usted tendría que resolver, si así le interesara, en la Cineteca Nacional,
es: ¿qué pasa cuando te enamoras deliberadamente de un asesino?
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